Ayer os dijimos que acababan los testimonios pero hemos recibido otra historia y por supuesto no vamos a dejarla fuera.
Aquí os presentamos la historia de GEMA y MAR.
Otro ejemplo de incorporación al trabajo en condiciones especiales y de mostrar que es posible continuar con la lactancia.
Felicidades a todas las familias que lo consiguen cada día!!!
Todos los comienzos son difíciles, incluido el sentarme a recordar, e intentar traducir a palabras y frases como fue mi reincorporación al trabajo después de que Mar entrara en mi vida... Y es que aunque antes de que nazca te lo imagines, e intentes organizarlo todo en un plan perfecto... Cuando llega el momento nada es como pensabas.
Volví al trabajo cuando Mar tenía casi seis meses, era septiembre, acabábamos de volver de vacaciones, y como a la mayoría de los Españoles me tocaba empezar a trabajar. Sin embargo yo no podía ni pensar en ello, no concebía mi vida separada de Mar.
No había sido capaz de sacarme leche para tener una buena reserva en el congelador. Había empezado dos o tres días antes, ya un poco agobiada, aprovechando para sacarme cuando Mar terminaba de tomar, y al rato otra vez... Así conseguí juntar tres o cuatro botes de mermelada con unos 50 ml en cada uno. No sabía si sería suficiente, no sabía si querría tomarlo en biberón o en vasito, no sabía nada y los nervios me hacían pasarlo muy mal. Su padre, Miguel, que es con quién se queda Mar cuando yo trabajo, me pidió que dejara de preocuparme y confiara en él. Me despedí de Mar, había leído que no conviene desaparecer sin más, así que le dije adiós y se me partió el corazón cuando cerré la puerta, llamé el ascensor y lo último que oí fue su llanto.
Aquí puedo confesar que desde ese día veo mi trabajo de forma diferente. Me hizo mucha ilusión volver a ver a mis compañeros de la lancha, y es que he olvidado decir que trabajo en un barco, soy jefe de embarcación de aduanas, una semana trabajo y otra descanso. En la semana de trabajo suelo estar fuera solo ocho horas, pero con horarios que varían mucho, unas veces por la tarde, otras por la noche, o por la mañana, y cada semana es diferente... Así que no hay rutina que valga.
Mi primer día de trabajo fue un día de reencuentros, estaba feliz por volver a trabajar en lo que mejor sé hacer y había momentos en los que parecía que el tiempo continuaba como si hubiera quedado detenido el día que cogí la baja. Sin embargo, más o menos a las dos horas mis pechos empezaron a hincharse y me invadió la congoja pensando si mi pequeña habría tomado leche, si estaría llorando... Bajé a mi camarote y me saqué la leche que Mar tomaría el día siguiente. Fue fácil, mis pechos estaban muy llenos y aproveché para mirar fotos tranquilamente, estaba un poco triste.
Cuando llegué a casa volvía a tener los pechos dos tallas más grandes de lo habitual, ¡tanto Miguel como Mar los miraban con deseo! Mar se enganchó, y no paró de mamar hasta que volvieron a su tamaño habitual.
Entonces Miguel me contó que Mar ese día no quiso tomar nada de leche, él lo intentó por todos los métodos que se le ocurrieron y no hubo manera... Fue al cabo de unos días, cuando empezó a tomarse un biberón, y poco a poco, según crecía, también fruta, o pan y agua.
Lo que resulta más duro son las noches. Cuando me toca un horario nocturno, me echa mucho de menos, porque tiene hambre pero el biberón no puede tomarlo dormida, así que llora sin saber qué pasa y sin despertarse, alguna vez Miguel ha tenido que despertarla mojándole la carita porque grita sin parar. Incluso ahora, que tiene 18 meses y me dice adiós y me da un beso cuando me tengo que ir, hay alguna noche en la que todavía lo pasa mal si yo no estoy... Cuando llego y están dormidos, me deslizo dentro de la cama y los separo, porque cuando no estoy se duermen abrazados. Enseguida Mar se engancha a la tetita y así me quedo dormida, enlazada a Mar, menos mal que duerme con nosotros y me da todo el cariño que necesito después de estar separada de ella.
Aquí os presentamos la historia de GEMA y MAR.
Otro ejemplo de incorporación al trabajo en condiciones especiales y de mostrar que es posible continuar con la lactancia.
Felicidades a todas las familias que lo consiguen cada día!!!
Todos los comienzos son difíciles, incluido el sentarme a recordar, e intentar traducir a palabras y frases como fue mi reincorporación al trabajo después de que Mar entrara en mi vida... Y es que aunque antes de que nazca te lo imagines, e intentes organizarlo todo en un plan perfecto... Cuando llega el momento nada es como pensabas.
Volví al trabajo cuando Mar tenía casi seis meses, era septiembre, acabábamos de volver de vacaciones, y como a la mayoría de los Españoles me tocaba empezar a trabajar. Sin embargo yo no podía ni pensar en ello, no concebía mi vida separada de Mar.
No había sido capaz de sacarme leche para tener una buena reserva en el congelador. Había empezado dos o tres días antes, ya un poco agobiada, aprovechando para sacarme cuando Mar terminaba de tomar, y al rato otra vez... Así conseguí juntar tres o cuatro botes de mermelada con unos 50 ml en cada uno. No sabía si sería suficiente, no sabía si querría tomarlo en biberón o en vasito, no sabía nada y los nervios me hacían pasarlo muy mal. Su padre, Miguel, que es con quién se queda Mar cuando yo trabajo, me pidió que dejara de preocuparme y confiara en él. Me despedí de Mar, había leído que no conviene desaparecer sin más, así que le dije adiós y se me partió el corazón cuando cerré la puerta, llamé el ascensor y lo último que oí fue su llanto.
Aquí puedo confesar que desde ese día veo mi trabajo de forma diferente. Me hizo mucha ilusión volver a ver a mis compañeros de la lancha, y es que he olvidado decir que trabajo en un barco, soy jefe de embarcación de aduanas, una semana trabajo y otra descanso. En la semana de trabajo suelo estar fuera solo ocho horas, pero con horarios que varían mucho, unas veces por la tarde, otras por la noche, o por la mañana, y cada semana es diferente... Así que no hay rutina que valga.
Mi primer día de trabajo fue un día de reencuentros, estaba feliz por volver a trabajar en lo que mejor sé hacer y había momentos en los que parecía que el tiempo continuaba como si hubiera quedado detenido el día que cogí la baja. Sin embargo, más o menos a las dos horas mis pechos empezaron a hincharse y me invadió la congoja pensando si mi pequeña habría tomado leche, si estaría llorando... Bajé a mi camarote y me saqué la leche que Mar tomaría el día siguiente. Fue fácil, mis pechos estaban muy llenos y aproveché para mirar fotos tranquilamente, estaba un poco triste.
Cuando llegué a casa volvía a tener los pechos dos tallas más grandes de lo habitual, ¡tanto Miguel como Mar los miraban con deseo! Mar se enganchó, y no paró de mamar hasta que volvieron a su tamaño habitual.
Entonces Miguel me contó que Mar ese día no quiso tomar nada de leche, él lo intentó por todos los métodos que se le ocurrieron y no hubo manera... Fue al cabo de unos días, cuando empezó a tomarse un biberón, y poco a poco, según crecía, también fruta, o pan y agua.
Lo que resulta más duro son las noches. Cuando me toca un horario nocturno, me echa mucho de menos, porque tiene hambre pero el biberón no puede tomarlo dormida, así que llora sin saber qué pasa y sin despertarse, alguna vez Miguel ha tenido que despertarla mojándole la carita porque grita sin parar. Incluso ahora, que tiene 18 meses y me dice adiós y me da un beso cuando me tengo que ir, hay alguna noche en la que todavía lo pasa mal si yo no estoy... Cuando llego y están dormidos, me deslizo dentro de la cama y los separo, porque cuando no estoy se duermen abrazados. Enseguida Mar se engancha a la tetita y así me quedo dormida, enlazada a Mar, menos mal que duerme con nosotros y me da todo el cariño que necesito después de estar separada de ella.