A nuestros padres y nuestras madres, a los que amaron y se sintieron amados, a los que fueron afortunados de recordar sonrisas y abrazos.
Hoy, día 1 de junio, se celebra el día de los padres y las madres. Para la gran mayoría de las personas será un día más, un miércoles tedioso lleno de trabajo, reuniones, atascos a primera hora de la mañana... un miércoles que empezará a la misma hora de siempre, con un despertador sonando a las siete de la mañana y una casa de locos con dos niños correteando mientras los segundos siguen avanzando y las tareas se acumulan.
La mayoría de los padres y madres, por no decir el cien por cien, tienen claro que todo lo que hacen lo hacen por el bien de sus hijos, para darles un futuro mejor que el que ellos tuvieron, para darles una buena educación que les garantice un gran futuro profesional. Ciertamente esto es importante, no nos vamos a mentir, pero no os engañéis: vuestros hijos no os recordarán por la cantidad de horas que trabajasteis, por llegar a las 9 de la noche después de un día de perros, por tener una jornada maratoniana durante los fines de semana ni por todos los regalos ultra caros y estupendísimos que recibieron en su santo, su cumpleaños, Papá Noel, Reyes Magos y el día de Santa Rita Rita. Vuestros hijos os recordarán por todos y cada uno de los abrazos que les distéis, los besos con un te quiero susurrado al oído, los mordisquitos en los pies mientras fingís ser el oso de las cavernas, las caricias mientras os miran fijamente antes de dormirse como si no hubiese en el universo nadie más que vosotros, las canciones que cantabais juntos mientras bailabais alocadamente cogidos de la mano... Y vuestros hijos recordarán esos momentos porque son esos y no otros los que están llenos de amor, ternura, cariño, empatía, calor, magia, alegría, apego, seguridad, diversión....
Esto no es un reclamo para que todos dejemos nuestros trabajos. Esto es un reclamo para que valoremos lo que tenemos, nos paremos, echemos un vistazo a este mundo frenético de locos en el que vivimos y nos preguntemos si no sería conveniente empezar a vivir más despacio, porque quizás menos es más, porque quizás el futuro que queremos para nuestros hijos empiece con ese abrazo y ese beso que ellos necesitan aquí y ahora...
Porque los besos ni se piden ni se niegan... simplemente se dan desde el alma para alimentar el corazón.
Escrito por Ana Belén Lorente Huertas para Lactancia Madre a Madre